
con la cabeza rota y la conciencia transida me han pegado la diéresis que marca mi salida gutural de aquella boca,
con trescientos asesinos a sueldo bajo mi chompa he bailado hasta amanecer,
y nadie podria imaginarse el hedor de sus bocas cuando volvían a casa,
su saliva corroía la virtualidad de mis silencio cual agua que se aleja de su estado para volverse hiel...
tambien he mirado y he callado mas de la cuenta, anoche,
y todo por no saber que el corazon de madre es la condicion de posibilidad de amar sin ojos, ni nariz, ni piel, ni huesos, ni sol, ni sombra...
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