esta mañana he levantado el cielo de su trsiteza,
y el porvenir ha cantado en su mensaje al reves del firmamento,
y de pronto estoy con un sabor a verdura de amor,
y mi soledad se convierte en la sombra de tu esquina palpitante,
cuando, sobre los cerros de tus pechos,
mi atardecer a tu lado,
reclama a gritos, tener alas o tener fin,
para por fin besarte
cual boca imperterrita de mortal equilibrio.
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