cocidera malformada sobre un horno de cien amigos,
apelarás nocturna de alergia salitrera, transida a golpes y vueltas de cuchara,
pero antes, entre estacion y estacion:
tiendase una serie desde el ombligo,
cerciorese del zumbido angelical que pende de esos pechos,
alumbre xenitalmente la comisura deseante de sustento,
frote el deseo,
aplique el legado,
maquine, aprisione y nunca mas vuelva a morir sobre el plato.
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