a la hora en que la ciudad se desvanece,
como si estuviera llena de asombro e incertidumbre,
siento su presencia que mas bien es lejania,
y escucho los ecos de la inmensidad de su esapcio,
en un reino de tierras sin altura,
y la ciudad ofrece cosas a quien sabe ver..
viernes como estos, son centros de sombras,
de calles estrechas de gente que van bordenado senderos y tomando atajos,
evitando que los rayos de sol, oblicuos ya de su cansado trajin,
de subito espasmo se retiren de una memoria acostumbrada al calor del relampago.
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