sin solemnidades andamos por la aurora de estos dias,
a paso de llavero atiendes todas las mañanas tu invicto deseo y haces zumo de polillas cenicientas en tres cuartos de tu taza agatonada.
hasta atrás de los ardides he de conmover mi falta de vocales sin que toques el ultimo de tus cuernos rotos, hasta entonces y solo hasta entonces, volverás a enterrarme en tu fulgor de huellas borradas y cerrarás el gancho que te sujeta en la solapa de mis días.
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